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La casa de las mujeres de Cartagena

Entre el Cerro de la Popa y el caño Juan Angola, en Cartagena, hay una casa amarilla con dos árboles frondosos en su portal. Una pintura blanca con letras verdes le da la nbienvenida a sus visitantes: “Sí, para que la paz florezca”.

Allí, en este lugar, entre árboles frutales, flores, suculentas y murales, funciona la Asociación Santa Rita para la Educación y Promoción, Funsarep, una organización de la sociedad civil que trabaja por la promoción de los Derechos Humanos y el desarrollo social de las comunidades de la ciudad de Cartagena y los municipios del norte del departamento de Bolívar.

Su historia se remonta a finales de la década de los años ochenta y está estrechamente relacionada con la corriente de la Iglesia de los Pobres y la Teología de la Liberación que por aquellos años se profesaba en la parroquia Santa Rita. Fue en esta iglesia, que sacerdotes y mujeres de la sociedad civil vieron la necesidad de construir un hogar que salvaguardara los procesos pastorales que venían desarrollando.

Compraron el terreno donde está la casa amarilla y construyeron la casa amarilla.

Con nombre de mujer:

En un salón al fondo de la sede de Funsarep, un grupo de mujeres ancianas entonan cantos de alabanza a Dios, todas tienen en sus manos un libro con la letra de la tonada. Al finalizar el canto, las mujeres se echan la bendición, agradecen a Dios por el nuevo día y comienzan a leer sobre la vida de Monseñor Óscar Romero, proclamador de la Teología de la Liberación, una corriente católica que enfoca su trabajo en las comunidades pobres y su transformación a través de las Ciencias Sociales.

En el salón del lado, el ambiente es completamente diferente. Un grupo de mujeres jóvenes, entre los 15 y 22 años, repiten una y otra vez un paso de baile de bullerengue. Extienden cada extremo del vestido con sus manos hacia el frente, para luego recogerlo en su regazo y comenzar a frotar su barriga suavemente,, todo esto, al ritmo de un tambor y una marimba. 
 
Mujeres. Aquí y allá. Mujeres que cantan, que bailan, que dirigen, que atienden. Mujeres en la portería, en los salones, en el jardín, en la cocina, en las oficinas. Mujeres para nombrar los salones: Aracelly, Benita, Rita, Lolita, Consuelo, Martina. Mujeres que inspiran.

Maria Candelaria Sepúlveda es la actual directora de Funsarep y se reconoce como mujer afrodescendiente y defensora de los Derechos Humanos. Hace más de 20 años, 
siendo muy jóven, comenzó su proceso como líder social de Cartagena y de Funsarep con un enfoque feminista y con perspectiva de género.
 
“Hay todo un trabajo que me permitió descubrirme como mujer afro, reconocer toda esa identidad, valorarla, defenderla, visibilizar y reconocer que es otro elemento que hace parte de mí”, relata Soledad.

Y es que Funsarep tiene una apuesta por las mujeres afro de los sectores populares. Gracias a este enfoque han podido desarrollar el concepto de Mujeres Populares, la agenda de mujeres populares para la creación de políticas públicas con enfoque de género y la puesta en marcha de campañas a nivel nacional como Parece normal pero es violencia, en la que quieren transformar imaginarios y desnaturalizar las violencias basadas en género.

Todo un trabajo en pro de los derechos de las mujeres. No en vano, el 70% del presupuesto de la nómina está dirigido a mujeres y 8 de cada 10 personas que se han pensionado de la organización son mujeres. 
Sin embargo, a pesar de que las mujeres son la cara y el corazón de Funsarep, esta casa y organización no tiene como objetivo excluir a los hombres, por el contrario, su intención es trabajar con ellos para desarraigar esos imaginarios y conductas machistas.

Funsarep ha priorizado el trabajo directo con las mujeres para construir esa identidad de género, esa conciencia de las situaciones que están viviendo y así fortalecer ese activismo. Pero nunca olvidando que somos una organización mixta y que la consecucióde esos resultados y cambios también dependen de esa mixtura que somos”, comenta Edilberto Noguera, un hombre formado en Funsarep y quien fue director años atrás de la organización.

Tanto Edilberto como Soledad, quienes han sido la cabeza organizacional de Funsarep, reconocen que esta ha tendido puentes entre individuos y colectivos, entre lo privado, lo público y lo educativo. Y ha sido gracias a esos puentes que organizaciones como Oxfam han hecho un acompañamiento no solo financiero sino político, estratégico y como un aliado clave para la formación y empoderamiento de las mujeres. 
“Creo que la manera en que Oxfam acompaña, dando la libertad de seguir manteniendo nuestra escencia y nuestro trabajo, es importante. Sin duda cuando encuentras un apoyo, siendo mujer, afro, empobrecida y viviendo en un barrio popular, y que Oxfam te diga ‘creo en lo que tú estás haciendo’, es muy enriquecedor”, cuenta María Fernanda Tobón, una jóven de Cartagena que hace parte de los procesos culturales y de liderazgo de Funsarep.

Durante el día, diversos grupos de mujeres, jóvenes, niños y niñas comienzan a circular y a habitar la casa amarilla. En el interior de la sede de Funsarep se respira tranquilidad y 
calma, el viento de las 5:00 de la tarde mueve las ramas de los árboles que se combina con el trinar de las aves para formar el musical que anuncia el fin de la tarde.

Escucha las voces de las personas que construyen paz en Cartagena