Bolivar
Cartagena
La casa de las mujeres de Cartagena
Entre el Cerro de la Popa y el caño Juan Angola, en Cartagena, hay una casa amarilla con dos árboles frondosos en su portal. Una pintura blanca con letras verdes le da la nbienvenida a sus visitantes: “Sí, para que la paz florezca”.
Allí, en este lugar, entre árboles frutales, flores, suculentas y murales, funciona la Asociación Santa Rita para la Educación y Promoción, Funsarep, una organización de la sociedad civil que trabaja por la promoción de los Derechos Humanos y el desarrollo social de las comunidades de la ciudad de Cartagena y los municipios del norte del departamento de Bolívar.
Su historia se remonta a finales de la década de los años ochenta y está estrechamente relacionada con la corriente de la Iglesia de los Pobres y la Teología de la Liberación que por aquellos años se profesaba en la parroquia Santa Rita. Fue en esta iglesia, que sacerdotes y mujeres de la sociedad civil vieron la necesidad de construir un hogar que salvaguardara los procesos pastorales que venían desarrollando.
Compraron el terreno donde está la casa amarilla y construyeron la casa amarilla.
Con nombre de mujer:
En el salón del lado, el ambiente es completamente diferente. Un grupo de mujeres jóvenes, entre los 15 y 22 años, repiten una y otra vez un paso de baile de bullerengue. Extienden cada extremo del vestido con sus manos hacia el frente, para luego recogerlo en su regazo y comenzar a frotar su barriga suavemente,, todo esto, al ritmo de un tambor y una marimba.
Maria Candelaria Sepúlveda es la actual directora de Funsarep y se reconoce como mujer afrodescendiente y defensora de los Derechos Humanos. Hace más de 20 años, siendo muy jóven, comenzó su proceso como líder social de Cartagena y de Funsarep con un enfoque feminista y con perspectiva de género.
Y es que Funsarep tiene una apuesta por las mujeres afro de los sectores populares. Gracias a este enfoque han podido desarrollar el concepto de Mujeres Populares, la agenda de mujeres populares para la creación de políticas públicas con enfoque de género y la puesta en marcha de campañas a nivel nacional como Parece normal pero es violencia, en la que quieren transformar imaginarios y desnaturalizar las violencias basadas en género.
Todo un trabajo en pro de los derechos de las mujeres. No en vano, el 70% del presupuesto de la nómina está dirigido a mujeres y 8 de cada 10 personas que se han pensionado de la organización son mujeres. Sin embargo, a pesar de que las mujeres son la cara y el corazón de Funsarep, esta casa y organización no tiene como objetivo excluir a los hombres, por el contrario, su intención es trabajar con ellos para desarraigar esos imaginarios y conductas machistas.
“Funsarep ha priorizado el trabajo directo con las mujeres para construir esa identidad de género, esa conciencia de las situaciones que están viviendo y así fortalecer ese activismo. Pero nunca olvidando que somos una organización mixta y que la consecución de esos resultados y cambios también dependen de esa mixtura que somos”, comenta Edilberto Noguera, un hombre formado en Funsarep y quien fue director años atrás de la organización.
Tanto Edilberto como Soledad, quienes han sido la cabeza organizacional de Funsarep, reconocen que esta ha tendido puentes entre individuos y colectivos, entre lo privado, lo público y lo educativo. Y ha sido gracias a esos puentes que organizaciones como Oxfam han hecho un acompañamiento no solo financiero sino político, estratégico y como un aliado clave para la formación y empoderamiento de las mujeres. “Creo que la manera en que Oxfam acompaña, dando la libertad de seguir manteniendo nuestra escencia y nuestro trabajo, es importante. Sin duda cuando encuentras un apoyo, siendo mujer, afro, empobrecida y viviendo en un barrio popular, y que Oxfam te diga ‘creo en lo que tú estás haciendo’, es muy enriquecedor”, cuenta María Fernanda Tobón, una jóven de Cartagena que hace parte de los procesos culturales y de liderazgo de Funsarep.
Durante el día, diversos grupos de mujeres, jóvenes, niños y niñas comienzan a circular y a habitar la casa amarilla. En el interior de la sede de Funsarep se respira tranquilidad y calma, el viento de las 5:00 de la tarde mueve las ramas de los árboles que se combina con el trinar de las aves para formar el musical que anuncia el fin de la tarde.