Las mujeres que dejaron Venezuela lo hicieron buscando un mejor futuro para ellas y sus familias. El camino incierto era una mejor promesa que un país en el que durante los últimos 7 años no podían acceder plenamente a servicios de salud ni a medicamentos, entre otros. En el 2020, la CIDH en una visita a la frontera colombo-venezolana, advirtió sobre las barreras que tenían las mujeres para acceder a controles prenatales y métodos anticonceptivos, lo cuál podía contribuir “al aumento de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y abortos en condiciones inseguras”.
Frente a estas condiciones muchas emprendieron el viaje estando enfermas; otras lo hicieron sin saber que estaban embarazadas; algunas caminaron estando a punto de parir. La ruta fue testiga de las mujeres que la recorrieron con bebés en sus brazos, en cochecitos, aún pequeños; hubo quienes recorrieron largos trayectos menstruando sin tener acceso a ningún elemento higiénico y también las que vivieron en silencio la violencia sexual o el contagio de alguna infección de transmisión sexual. Muy pronto estos casos comenzaron a llegar a la Fundación Mujer y Futuro en Bucaramanga, una organización feminista reconocida por su trabajo en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos durante más de 30 años.
Tatiana Cordero, coordinadora de la respuesta humanitaria en salud de la Ruta de Protección que la Fundación Mujer y Futuro desarrolla con el acompañamiento de Oxfam desde 2018, explica que en esa unidad móvil adaptada como consultorio han recibido atención en salud sexual y reproductiva tanto mujeres como hombres provenientes de Venezuela y de comunidades de acogida en Colombia. “En el trabajo previo identificamos que era una de las necesidades de la población migrante y soñamos este camión SexTruck que ahora es una realidad”, recuerda con emoción y agrega que, la idea de que fuera una unidad móvil buscaba “ llegar a diferentes territorios para cambiar ese imaginario de que se tiene que ir hasta una institución para recibir atención”. Además, desde su concepción esta unidad móvil es como una extensión de la casa de la Fundación que es reconocida como “la casa de todas”.
Y así ha sido. El SexTruck decorado por dos artistas santandereanas, perfectamente dotado, aireado y habilitado para realizar atenciones en salud sexual y reproductiva, recorre las calles de la ciudad y algunas zonas rurales para luego ubicarse en lugares clave. Aunque cualquiera puede acceder a los servicios psicoeducativos sobre derechos sexuales y reproductivos, son las personas en edad fértil y venezolanas las que más requieren de la atención. “Atendemos sobre el 70% de población migrante, entre los 16 y los 50 años, que son quienes más lo necesitan en estos momentos”, precisa Tatiana.
La unidad móvil se instala en una de las plazoletas de Bucaramanga. Poco a poco llegan personas al punto de atención y se resguardan bajo una carpa que les protege del imperante sol santandereano. Un grupo de mujeres y un par de hombres participan de un juego de preguntas en el que las integrantes de la Fundación Mujer y Futuro despejan mitos sobre la sexualidad y otros temas que se han incluido en un cuadernillo que se llama Vida sana en movimiento y que pueden llevarse al finalizar.
Natalie Cobos, profesional en salud mental les pregunta: ¿Qué significa la doble protección? ¿Qué es un derecho sexual? Luego de un breve silencio o de que algunas personas se animen a contestar, ella se encarga de realizar una explicación sobre temas como la prevención de Infecciones de Transmisión Sexual, detección temprana de cáncer uterino o de seno, libre opción a la maternidad, tipos de violencia de género y rutas de atención para denunciar diferentes tipos de violencias. Todo con el fin de que las mujeres puedan fortalecerse en la capacidad de tomar decisiones autónomas sobre su cuerpo. Después pasarán a la consulta.
Adentro, el SexTruck se siente como un lugar seguro: hay música relajante y aire acondicionado. Yelitza Guerrero entra y se sorprende de que la atención sea inmediata: “se me iba a vencer mi aparato anticonceptivo y una amiga me recomendó venir. Pensé que me daban cita para otro día pero ya mismo me atienden”, dice con una sonrisa y un gesto de alivio. Además, su pareja también pudo hacerse una prueba de VIH. Para ella “la experiencia de estar en otro país es dura pero este apoyo sirve para uno enterarse y caer en cuenta de cosas que uno no piensa que es violencia porque pasan y ya”.
Las estadísticas sobre la Violencia Basada en Género (VBG) recogidas por el SIVIGE y el Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública, dan cuenta de cómo los casos de violencia contra las mujeres venezolanas aumentaron sustancialmente, en especial en 2019, cuando se presentó el mayor éxodo. Así mismo identificaron como de mayor incidencia la violencia física, sexual, psicológica y la negligencia o abandono en contra de estas mujeres.
Por eso acceder a información oportuna se convierte en una forma de protección. Quienes se encargan de atender a las mujeres y brindarles información en el SexTruck, como Diana Lamus, lo comprueban día a día. Ella las escucha, ve sus caras de sorpresa o los movimientos en el cuerpo cuando se habla de ciertos temas.
Y es que el cuerpo habla y tiene memoria. Es el primer territorio donde se construye la paz y la dignidad. De ahí que Lamus insista en que todas las mujeres deben conocer los derechos sexuales y reproductivos porque “salvan la vida”, son una puerta de entrada al reconocimiento de todos los derechos y nos ayudan a construir un sentido de la paz contundente: la paz que permite decir sí o no sin presiones, la paz que da tomar decisiones con autonomía, la paz que se siente en el cuerpo.
Más de 8.4 millones de personas han salido de Venezuela, según ACNUR. Muchas de ellas iniciaron un viaje incierto cruzando a pie por algún punto de los 2.200 kilómetros que hacen de frontera con Colombia. Muy pronto los riesgos y las violencias en la ruta de Norte de Santander hacia Santander comenzaron a aparecer, especialmente para las mujeres.
“Empezaron a llegar denuncias diciendo que habían sido víctimas de violencia sexual, que algunas mujeres estaban desaparecidas y que estaban viviendo cosas difíciles en toda la ruta de Norte de Santander a Santander y esto nos llama como Fundación Mujer y Futuro a hacer algo”, explica Paola Peralta, Coordinadora de la Ruta de Protección e integrante de la Fundación Mujer y Futuro.
La Fundación Mujer y Futuro fue creada en 1989 y tiene más de 35 años trabajando por el bienestar de las mujeres en Bucaramanga. Su apuesta ha consistido en generar reconocimiento sobre el cuerpo como primer territorio de paz, para luego abordar otras esferas como la familia, la comunidad y las redes entre mujeres. Por eso, frente a la crisis humanitaria de las mujeres venezolanas no pudo ser indiferente y desde el 2018 decidió crear la Ruta de Protección, una respuesta que junto a Oxfam Colombia les ha permitido brindar información clave, transporte humanitario, atención en derechos sexuales y reproductivos e incluso, estrategias de integración para quienes deciden quedarse en la ciudad.
Al principio las personas caminantes les decían a las integrantes de la Fundación que no les dieran comida o abrigo, que necesitaban llegar a donde estaba su pareja o el resto de su familia. De esta manera, recuerda Paola, fue como se dieron cuenta de que las mujeres y sus familias necesitaban transporte humanitario, es decir, una movilidad segura que les facilitara la llegada a su lugar de destino en Colombia.
En una casa de dos pisos en Bucaramanga un grupo de personas, en su mayoría madres jóvenes con sus hijos, reciben información sobre cuáles son las distancias entre ciudades, las instituciones gubernamentales y los derechos a los que pueden acceder en territorio colombiano. Otras, se bañan y descansan brevemente en las habitaciones que las Damas Rosadas acondicionaron en su albergue para recibirlas. Las niñas y niños juegan mientras se sirven los alimentos calientes. Al final del día, recibirán un monto de dinero para sus necesidades en el camino, abordarán el bus y llegará otro grupo. Ha sido así cada día durante los últimos seis años en los que Mujer y Futuro ha acompañado a casi 50 mil personas.
Paula Álvarez, Coordinadora de Articulaciones Interinstitucionales de la Fundación Mujer y Futuro, describe que la trata de personas, la violencia sexual, la explotación sexual y el reclutamiento forzado son algunos de los riesgos que enfrentan las personas que migran caminando. De ahí la importancia de encontrar albergue e información oportuna para mitigar la vulnerabilidad. En las horas que las personas pasan en el albergue hay todo un despliegue de información para que nadie se quede sin saber lo que requiere para continuar el viaje de la manera más digna posible.
Y es que la información puede hacer toda la diferencia. No es lo mismo ser una persona migrante que reconoce que tiene derechos a una que se expone a múltiples violencias porque cree que nadie puede protegerle. Pedro Espitia, médico ginecólogo que hace parte de la respuesta en salud sexual y reproductiva del proyecto, relata que es usual que las mujeres crean que porque están en situación de irregularidad en Colombia, todo les puede pasar: que no pueden hablar y no tienen derechos. “Nuestra labor es mostrarles que eso no es así. El contacto con el proyecto es una gran oportunidad para que ellas conozcan qué es un derecho, qué es un derecho sexual, qué es un derecho reproductivo, cómo ellas son sujetos de derechos y cómo podemos nosotros apoyar la garantía en estos derechos”, dice con satisfacción.
Para lograrlo, la Fundación Mujer y Futuro ha desarrollado una estrategia multisectorial en la que las mujeres de Venezuela fortalecen sus capacidades de protección a través de información, asistencia en transporte humanitario y acceso a salud sexual y reproductiva a través de una unidad móvil denominada SexTruck, una unidad móvil que está equipada completamente como un consultorio y que se desplaza a diferentes puntos de la ciudad y la carretera para atender a las personas que lo requieren, en su mayoría mujeres con embarazos no deseados o complicados, o que no tienen con qué protegerse de una Infección de Transmisión Sexual.
Tatiana Cordero, Coordinadora de la respuesta humanitaria en salud de la Ruta de Protección que la Fundación Mujer y Futuro, relata que a lo largo de los cuatro años de funcionamiento del proyecto se dieron cuenta de que las mujeres también tenían dificultades para acceder a elementos para usar durante la menstruación y muchas sufrían infecciones, así que la Fundación también incluyó en la atención la entrega de kits con copas menstruales o ropa interior absorbente.
Para Diana Liset Lemus, enfermera que tiene contacto con las mujeres que se acercan al SexTruck, es importante que ellas conozcan sus derechos, especialmente los derechos sexuales y reproductivos porque salvan vidas. “Nos salvamos a nosotras mismas y salvamos también a más mujeres con esta información”, exclama.
El encuentro de la Fundación Mujer y Futuro con Oxfam Colombia fue fundamental para enfrentar la grave crisis humanitaria de las mujeres caminantes y sus acompañantes. Paula Álvarez, considera que ha sido la clave para que se pudiera dar una respuesta oportuna a las mujeres migrantes en medio de la crisis.
Johana Durán, Directora de la Fundación Mujer y Futuro, nombra el encuentro con Oxfam Colombia como un cruce de caminos muy especial, en el que una organización internacional y una territorial se juntan y coinciden en las apuestas políticas para proteger y salvaguardar la vida de las mujeres. Esta intersección, marcada por la escucha mutua, ha sido importante para que el proyecto sea también una estrategia de construcción de paz. En palabras de Johana, la paz no se trata solo de silenciar las armas, sino de contribuir a erradicar las violencias cotidianas que enfrentan las mujeres sin importar su lugar de origen. Es una paz pequeña y comunitaria.
Detrás de Johana hay un mural que decora una de las calles de Bucaramanga. Lo pintaron el 8 de marzo. En él los cabellos de dos mujeres hacen las veces de banderas, una de Colombia y otra de Venezuela. Y sobre sus cabezas, una frase resume a la vez el logro y el anhelo que se renueva cada día: “la hermandad de las mujeres supera fronteras”.
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