En un salón al fondo de la sede de Funsarep, un grupo de mujeres ancianas entonan cantos de alabanza a Dios, todas tienen en sus manos un libro con la letra de la tonada. Al finalizar el canto, las mujeres se echan la bendición, agradecen a Dios por el nuevo día y comienzan a leer sobre la vida de Monseñor Óscar Romero, proclamador de la Teología de la Liberación, una corriente católica que enfoca su trabajo en las comunidades pobres y su transformación a través de las Ciencias Sociales.
En el salón del lado, el ambiente es completamente diferente. Un grupo de mujeres jóvenes, entre los 15 y 22 años, repiten una y otra vez un paso de baile de bullerengue. Extienden cada extremo del vestido con sus manos hacia el frente, para luego recogerlo en su regazo y comenzar a frotar su barriga suavemente,, todo esto, al ritmo de un tambor y una marimba.
Mujeres. Aquí y allá. Mujeres que cantan, que bailan, que dirigen, que atienden. Mujeres en la portería, en los salones, en el jardín, en la cocina, en las oficinas. Mujeres para nombrar los salones: Aracelly, Benita, Rita, Lolita, Consuelo, Martina. Mujeres que inspiran.
Maria Candelaria Sepúlveda es la actual directora de Funsarep y se reconoce como mujer afrodescendiente y defensora de los Derechos Humanos. Hace más de 20 años, siendo muy jóven, comenzó su proceso como líder social de Cartagena y de Funsarep con un enfoque feminista y con perspectiva de género.
“Hay todo un trabajo que me permitió descubrirme como mujer afro, reconocer toda esa identidad, valorarla, defenderla, visibilizar y reconocer que es otro elemento que hace parte de mí”, relata Soledad.
Y es que Funsarep tiene una apuesta por las mujeres afro de los sectores populares. Gracias a este enfoque han podido desarrollar el concepto de Mujeres Populares, la agenda de mujeres populares para la creación de políticas públicas con enfoque de género y la puesta en marcha de campañas a nivel nacional como Parece normal pero es violencia, en la que quieren transformar imaginarios y desnaturalizar las violencias basadas en género.
Todo un trabajo en pro de los derechos de las mujeres. No en vano, el 70% del presupuesto de la nómina está dirigido a mujeres y 8 de cada 10 personas que se han pensionado de la organización son mujeres. Sin embargo, a pesar de que las mujeres son la cara y el corazón de Funsarep, esta casa y organización no tiene como objetivo excluir a los hombres, por el contrario, su intención es trabajar con ellos para desarraigar esos imaginarios y conductas machistas.
“Funsarep ha priorizado el trabajo directo con las mujeres para construir esa identidad de género, esa conciencia de las situaciones que están viviendo y así fortalecer ese activismo. Pero nunca olvidando que somos una organización mixta y que la consecución de esos resultados y cambios también dependen de esa mixtura que somos”, comenta Edilberto Noguera, un hombre formado en Funsarep y quien fue director años atrás de la organización.
Tanto Edilberto como Soledad, quienes han sido la cabeza organizacional de Funsarep, reconocen que esta ha tendido puentes entre individuos y colectivos, entre lo privado, lo público y lo educativo. Y ha sido gracias a esos puentes que organizaciones como Oxfam han hecho un acompañamiento no solo financiero sino político, estratégico y como un aliado clave para la formación y empoderamiento de las mujeres. “Creo que la manera en que Oxfam acompaña, dando la libertad de seguir manteniendo nuestra escencia y nuestro trabajo, es importante. Sin duda cuando encuentras un apoyo, siendo mujer, afro, empobrecida y viviendo en un barrio popular, y que Oxfam te diga ‘creo en lo que tú estás haciendo’, es muy enriquecedor”, cuenta María Fernanda Tobón, una jóven de Cartagena que hace parte de los procesos culturales y de liderazgo de Funsarep.
Durante el día, diversos grupos de mujeres, jóvenes, niños y niñas comienzan a circular y a habitar la casa amarilla. En el interior de la sede de Funsarep se respira tranquilidad y calma, el viento de las 5:00 de la tarde mueve las ramas de los árboles que se combina con el trinar de las aves para formar el musical que anuncia el fin de la tarde.